viernes, 25 de marzo de 2011

Documento del encuentro Memoria, Verdad y Justicia que se leyó en Plaza de Mayo.

A 35 AÑOS DEL GOLPE GENOCIDA

NUESTRA CITA CON LA MEMORIA, LA VERDAD Y LA JUSTICIA

Cada 24 de marzo, nuestra cita es con la memoria, con la verdad, con la justicia; nuestra cita es con la lucha. Es una cita que se renueva como compromiso, mirando el pasado desde los ojos de nuestros compañeros y compañeras sembrados en la historia, y mirando el presente con la misma crítica rebeldía que ellos y ellas enarbolaron como bandera.
El 24 de marzo es una jornada de lucha. No es un feriado. La cita es por la batalla contra la impunidad y por la conquista de todos los derechos de nuestro pueblo.
Cada 24 de marzo, nos conmueven los viejos y nuevos dolores. Salimos a las calles y a las plazas con nuestros 30.000 compañeros y compañeras presentes en la piel, en la sangre, en los pañuelos, en las banderas, en los corazones.
Salimos construyendo la memoria histórica en el repudio a la dictadura genocida, al golpe proimperialista que, a costa de la sangre de nuestro pueblo, impuso ferozmente el endeudamiento y la entrega, la explotación y el hambre.
Salimos para repudiar el exterminio de decenas de miles de compañeros, dirigentes y militantes obreros y populares. Repudiamos los campos de concentración, la cárcel, el exilio, el secuestro, la tortura, la desaparición y el asesinato, crímenes que comenzaron a ensayarse antes del golpe, en el Operativo Independencia en Tucumán y con el accionar de la Triple A y demás bandas fascistas en todo el país.
Salimos denunciando una vez más al poder económico, a los banqueros, las empresas y la oligarquía terrateniente que planificaron el golpe; a las patronales y dirigentes sindicales traidores que entregaron cuerpos de delegados; a la mayoría de la cúpula de la Iglesia que los bendijo; al poder judicial que los amparó; a los políticos que los avalaron; y a los grandes medios de comunicación que les lavaron la cara a todos ellos.
Salimos repudiando a la dictadura que intentó destruir las formas de organización de los trabajadores y el pueblo: cuerpos de delegados, centros de estudiantes, organizaciones políticas, barriales, profesionales. Salimos a denunciar que la brutal represión que implementó, perfectamente planificada, racional y discriminada, tiene un nombre preciso: genocidio.
Salimos exigiendo castigo a los genocidas, con la bandera de quienes dieron su testimonio y fueron una vez más desaparecidos o asesinados: con Julio López, con Silvia Suppo. Estos dos nombres son símbolo que grita la impunidad de ayer y de hoy.
El gobierno de los Kirchner quitó a Julio de su agenda porque nunca quiso investigar a fondo ni desmantelar a la bonaerense, heredera de los Camps y los Etchecolatz. La reciente pantomima de rastrillaje fue una pantalla más para ocultar la inacción y el encubrimiento de una causa en la que –a 4 años y medio- no hay un solo imputado.
Salimos solidarios con la lucha de los trabajadores y trabajadoras tercerizados, y con Mariano Ferreyra, militante del Partido Obrero, asesinado por la patota de la Unión Ferroviaria. Y aún con el dolor de esta pérdida, celebramos que la ola de indignación popular, que se expresó en masivas manifestaciones en todo el país, logró que el jefe político de la patota, José Pedraza y su segundo, el gallego Fernández hoy estén presos. La detención de Pedraza, es un triunfo de la lucha contra la impunidad.
Denunciamos que los hombres de Pedraza y Maturano siguen siendo funcionarios de la Secretaría de Transporte e integrando la gestión del ferrocarril. Seguimos luchando por el castigo a los funcionarios, empresarios y policías cómplices de la patota.
Salimos haciendo nuestra la demanda de los pueblos originarios por la recuperación de sus tierras ancestrales, y con los hermanos Qom fusilados por la patota terrateniente y por la represión del gobernador K Insfrán en Formosa, respaldados por el gobierno nacional. Al día siguiente de los asesinatos hizo una teleconferencia con él inaugurando obras públicas como si nada hubiera ocurrido.
Salimos con Roberto López de la Corriente Clasista y Combativa y con Mario López del Mocafor.
Salimos defendiendo el derecho a tierra y vivienda y contra la xenofobia, con quienes dejaron el cuerpo, baleados por la policía federal y la Metropolitana, en el parque que lleva curiosamente el nombre de indoamericano: con Bernardo Salgueiro, Rosemary Chura Puña y Emilio Canaviri Álvarez.
Mientras no hay ningún imputado por los crímenes del indoamericano y la brutal represión, son perseguidos, entre otros, dirigentes de esos barrios, como Diosnel Pérez Ojeda y Luciano Nardulli.
Salimos combatiendo la criminalización de la pobreza, y apoyando a la pueblada de Bariloche contra el gatillo fácil de otro gobernador aliado del gobierno nacional, con los pibes asesinados: con Diego Bonefoi, Nicolás Carrasco, Sergio Cárdenas.
Salimos honrando la memoria de los piqueteros Cristian Ibáñez y Marcelo Cuellar en Jujuy; con Carlos Fuentealba, el maestro fusilado por enseñar a luchar, con Lázaro Duarte, del MST, asesinado por militante político, todos ellos caídos durante el gobierno de los Kirchner. Los responsables políticos de estos crímenes siguen impunes.
Y salimos reivindicando las luchas de nuestro pueblo que recorrieron y recorren la Argentina. salimos con Darío Santillán y Maximiliano Kosteki asesinados en el Puente Pueyrredón; con los piqueteros asesinados en General Mosconi: Orlando Justiniano, Alejandro Matías Gómez, Aníbal Verón, Carlos Santillán y Oscar Barrios; con Teresa Rodríguez de Neuquén, con Víctor Choque de Ushuaia, con Mauro Ojeda y Francisco Escobar del puente Chaco-Corrientes. Salimos con Petete Almirón y todos los compañeros y compañeras caídas el 19 y 20 de diciembre del 2001 en todo el país. Salimos con Carlos Fuentealba, el maestro fusilado por enseñar a luchar.
Por todos, por todas, decimos:
Juicio y castigo a todos los responsables político y materiales de los crímenes contra el pueblo!
CON IMPUNIDAD Y REPRESIÓN NO HAY DERECHOS HUMANOS!
Cada asesinado, cada asesinada, todos se vuelven raíz en la tierra, y se envuelven en la memoria de resistencia de nuestros pueblos a los genocidas desde los tiempos de la Conquista.
La lucha contra la impunidad recupera nuestra historia, es un hecho de estricta justicia, pero también y sobre todo es parte de la construcción de un camino que termine con la opresión y la explotación.
Después de 15 años de lucha contra las leyes de obediencia debida y punto final, logramos que se reabrieran las causas penales contra los genocidas y abrimos un camino inédito en la historia, un extraordinario triunfo popular.
A los ex detenidos-desaparecidos, los familiares, las organizaciones de derechos humanos, que durante años habían llevado adelante las investigaciones sobre lo ocurrido en los campos de concentración de la dictadura, se sumaron en todo el país decenas de organizaciones populares, estudiantiles, gremiales, políticas, que en forma colectiva hemos llevado adelante el juicio y castigo a todos los genocidas. Desde las acciones jurídicas, hasta las movilizaciones de apoyo a los juicios orales, desde el reclamo por la publicidad de las audiencias, hasta las denuncias contra el poder judicial y el poder político.
En estos casi 8 años de lucha conseguimos que 196 represores en todo el país hayan sido condenados y que 820 se encuentren procesados.
Estos juicios son nuestros logros históricos pero no son el fin de la impunidad de la dictadura:
Porque hay 450 genocidas fallecidos, absueltos, incapaces, prófugos y dejados fuera de las causas por falta de mérito
Porque 16 genocidas fueron absueltos de los aberrantes crímenes que cometieron.
Porque más del 90 % de los genocidas no han sido aún ni rozados por la justicia.
Porque no hay ni un represor condenado por cada uno de los 500 campos de concentración que existieron Argentina.
Porque existen miles de represores en todo el país que siguen estando en actividad en las estructuras de las fuerzas de seguridad.
Porque sólo son juzgados los represores emblemáticos o aquellos que fueron reconocidos e identificados por los ex detenidos-desaparecidos cuando estaban encapuchados y tabicados en los centros clandestinos de detención.
Porque genocidas no son sólo los integrantes de las fuerzas represivas que manejaban los falcon y secuestraban picana en mano, sino también los funcionarios nacionales de la dictadura, los obispos y capellanes que colaboraron con el plan de exterminio, directivos de empresas que entregaron a los trabajadores y sus cuerpos de delegados.
Porque los jueces no permiten la televisación de las audiencias, para evitar que se escuchen los testimonios, y para impedir que los represores puedan ser claramente identificados por nuestro pueblo.
Porque las causas siguen siendo fragmentadas, parcializadas, y funcionales a ocultar la magnitud del genocidio, y a este ritmo va a llevar al menos 2 generaciones terminar de juzgar a los que están procesados.
Porque el Poder Ejecutivo tuvo y tiene la posibilidad de impulsar el cambio de jueces cómplices/socios/familiares/amigos de los genocidas y no lo hizo.
Porque el Procurador General de la Nación, nombrado a propuesta de la Presidencia de la Nación, jefe máximo de los fiscales, no apartó a los fiscales cómplices, ni dio instrucciones precisas para que no se desguacen las causas.
Porque la Secretaría de DDHH, a pesar de ser querellante, no ha impulsado la unificación de las causas.
Porque la mentira perversa en la que aún viven más de 400 jóvenes que no conocen su verdadera identidad, esa identidad que parieron nuestras compañeras atendidas por médicos militares en los campos de concentración y que les fue arrebatada por los apropiadores y sus cómplices, sigue vigente.
Porque el gobierno se niega a abrir todos los archivos de la dictadura, con los nombres, las fotos y los legajos de los genocidas que manejaron los 500 campos de concentración. Esos archivos que contienen la información sobre el destino de todos y cada uno de nuestros 30.000 compañeros y compañeras detenidos-desaparecidos y de sus hijos apropiados.
Porque nuestro compañero Julio López sigue desaparecido y porque el crimen contra la compañera Silvia Suppo sigue sin esclarecer.
Porque siguen sin anularse en el Congreso los infames indultos del menemismo.
A casi 8 años de la nulidad de las leyes de impunidad, detrás de discursos llenos de palabras que suenan a justicia, el gobierno que se presenta como líder de la lucha contra la impunidad, no ha tomado las medidas políticas necesarias para garantizar el castigo a todos los culpables, y lejos de eso, pretende limpiar la imagen de las fuerzas represivas que siguen teniendo en sus filas a los genocidas de ayer y a sus discípulos de hoy.
Por eso, este 24 de marzo, seguimos exigiendo que se unifiquen las causas, que los juicios sean por campo de concentración, que se juzgue a todos los genocidas por los delitos cometidos contra todos los compañeros, y por lo que son: genocidas.
Por todo eso decimos:
Cárcel ya a todos los genocidas!
Restitución de la identidad a los jóvenes apropiados!
Apertura de todos los archivos de la dictadura!
Aparición con vida ya de Julio López
Nulidad de los indultos
Como cada 24 de marzo nuestra cita es con la verdad, denunciamos al gobierno nacional, porque utiliza la bandera de los ddhh, honrada con tantos años de lucha de nuestro pueblo, para eludir su responsabilidad en la persistencia de la impunidad.
Denunciamos al gobierno nacional porque reprime, organiza patotas paraestatales o es cómplice de las patotas de la burocracia sindical, promueve la criminalización de la protesta persiguiendo judicialmente, con el código penal en la mano como dijo Aníbal Fernández, a todos los que luchan.
El 2010 estuvo poblado de manifestaciones, cortes de calles y de ruta, movilizaciones, huelgas, ocupaciones de fábricas, de tierra y de edificios públicos, acampes, piquetes, las más diversas formas de pronunciamiento en defensa de los derechos obreros y populares. Pero también, en el 2010, Mariano Ferreyra, Los Qom, el Indoamericano, Bariloche, son una prueba de la responsabilidad del gobierno nacional en los hechos represivos y ponen al descubierto su doble discurso.
Este gobierno mantiene las reformas antiobreras del menemismo, privilegia el pago de la deuda externa, las multimillonarias ganancias de su propio grupo económico, el compromiso con las empresas imperialistas de la minería contaminante, de la soja, del petróleo, de las grandes represas, la extranjerización de la tierra. Esta política es la verdadera contracara del discurso con el que se autodenomina progresista y defensor de los derechos humanos, nacional y popular.
En esta cita que nos reúne cada 24 de marzo, comprometidos con la historia, con el presente y con el futuro, celebramos el crecimiento de la lucha y de las nuevas formas de organización de los trabajadores ocupados y desocupados, de los jubilados, de los estudiantes, de los ambientalistas, de los campesinos, de los pueblos originarios, que pelean por la defensa de sus derechos, que son nuestros derechos.
Y denunciamos que para frenar este proceso, el gobierno utiliza distintas formas de represión: las fuerzas de seguridad como en los casos de Kraft, de los vendedores ambulantes del Ferrocarril Roca, los vecinos de Vicente López, SITRAIC de Lomas de Zamora; las patotas paraestatales, como en el caso del INDEC, el Hospital Francés, el Casino de Buenos Aires y los choferes de la UCRA.
También utiliza algunas hinchadas de fútbol subcontratadas con los mismos fines, y es cómplice directo de las patotas de la burocracia sindical aliada, como en el caso de subterráneos y de los trabajadores tercerizados.
Valga la paradoja: el gobierno terceriza la represión.
La criminalización de la protesta se ha profundizado. Hay presos políticos, y de cada conflicto surgen nuevos procesados. Miles de causas penales están abiertas en todo el país contra nuestros compañeros.
Y no sólo cada día se suman nuevas causas sino que las imputaciones pasan de contravenciones a causas penales.
El gobierno promueve esta persecución contra los trabajadores como Néstor Segovia de Subterráneos, Ramón Bogado y Javier Hermosilla de Kraft, Jorge Hospital y Omar Merino de Ferroviarios, Alejandro López y Raúl Godoy de Zanón, Néstor Castelli y Víctor Ottoboni de FATE.
Contra dirigentes ambientalistas como Paola Robles de Gualeguaychú; contra dirigentes de organizaciones de desocupados como Oscar Kuperman y Juan Carlos Alderete; y contra los militantes políticos como Fernando Esteche, Raúl Lezcano, Alcides Christiansen.
Todos ellos son sólo algunos de los nombres de los más de 4000 luchadores populares que hoy son perseguidos penalmente.
Salimos hoy también a denunciar que en el momento culmine de la represión del indoamericano, cuando estallaba en el país la demanda de tierra y vivienda, el gobierno nacional respondió con la creación del ministerio de seguridad. Al contrario del discurso oficial, la creación de este ministerio significa el reforzamiento del aparato represivo, como lo demuestra las primeras medidas que tomó: comandar la represión y las tareas de inteligencia en el Roca y el envío de 6 mil gendarmes a la provincia de Buenos Aires. A la policía federal ni la toca. Macri, por su parte, sólo se interesa en tener su propio aparato represivo. Mientras tanto ni el gobierno nacional ni el de la ciudad responden a las demandas populares.
Por todo esto decimos
¡Basta de represión estatal, para estatal y patotas de la burocracia sindical!
No a la criminalización de la protesta social.
Libertad a Roberto Martino, Karina Germano, Carlos Olivera, y demás presos políticos.
CIERRE DE LAS CAUSAS Y ANULACIÓN DE LAS CONDENAS a los trabajadores, movimientos de desocupados y territoriales, ambientalistas, estudiantes, campesinos, originarios, militantes políticos y a todos los procesados por luchar.
Hoy salimos por los pibes y pibas asesinados, desaparecidos una vez más: Luciano Arruga, Rubén Carballo, Giuliana Jiménez, Miguel Portugal, Lucas Botella, Franco Almirón, Mauricio Ramos.
El gatillo fácil, los asesinatos de jóvenes en las barriadas populares, son moneda cotidiana.
Las cárceles, los institutos de menores y las comisarías son espacios de exclusión y olvido, donde la impunidad, la tortura y la humillación se enseñorean.
Como siempre, la respuesta represiva se esgrime como solución. Este año se tratará en el Congreso el proyecto de baja de la edad de imputabilidad y la presidenta ha anunciado su apoyo a la iniciativa.
Hoy, 24 de marzo, estamos también en la denuncia de la desaparición de mujeres y niñas en manos de las redes de la prostitución y de la trata, organizaciones que no podrían funcionar si no contaran con la complicidad directa de la policía.
Hoy también salimos por justicia por los pibes de Cromañón.
Por todo esto decimos
Basta de Gatillo Fácil y del asesinato a jóvenes en las barriadas populares. Juicio y castigo a todos los responsables.
No a la baja de la edad de imputabilidad
El gobierno también impuso una reforma electoral que afecta los derechos políticos de nuestro pueblo a un nivel que no reconoce antecedentes desde el comienzo del período constitucional posterior a la dictadura.
Por eso decimos:
Rechazamos la reforma electoral proscriptiva del gobierno K.
Este año, sigue aumentando la inflación y las penurias de nuestro pueblo: salarios depreciados y tarifazos, desocupación y miseria crecen violentamente.
El precio de la canasta familiar se aleja cada vez más de las posibilidades de la mayoría de los trabajadores.
La deuda externa se sigue pagando, una deuda ilegítima que no fue contraída por el pueblo argentino, fraudulenta y producto de estafas. Deuda que se paga con el hambre de nuestros pibes, mientras los bolsillos de los poderosos se siguen llenando.
Las penas siguen siendo nuestras, y las tierras, el ferrocarril, el petróleo, el gas, la minería, y demás recursos naturales siguen siendo ajenos.
Basta de bajos salarios, hambre y entrega.
No al pago de la deuda externa.
Salimos contra la intervención de la coalición imperialista encabezada por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña en Libia. Ningún misil de la OTAN traerá las libertades democráticas y las reivindicaciones sociales por las que lucha el pueblo libio, ya que el fundamental objetivo imperialista es el control del petróleo y la región. Repudiamos el ataque imperialista y nos solidarizamos con las movilizaciones del pueblo Libio contra la dictadura de Khadafi y con todas las rebeliones de los pueblos árabes. Denunciamos a su vez la brutal represión de Khadafi contra su pueblo.
No a la intervención imperialista. Solidaridad con la rebelión del pueblo libio.
Compañeros y compañeras:
Nuestro pueblo sigue luchando en defensa de sus derechos. Cada día son más los que se movilizan y cada conquista estimula nuevos reclamos. Cada injusticia, cada derecho violado genera una respuesta popular.
Ante nuestros 30.000 detenidos-desaparecidos nos comprometemos a seguir dando nuestro Presente en la lucha hasta conseguir que sus sueños se hagan realidad, una Argentina liberada de la opresión imperialista y de la explotación.
En ese camino, sorteando todos los embates, estuvimos, estamos y estaremos cada 24 de marzo en esta Plaza.
Por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
30000 compañeros y compañeras detenidos desaparecidos… Presentes!
Ahora y Siempre!
ENCUENTRO MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA

jueves, 24 de marzo de 2011

Otro acto a la izquierda de la Plaza


El Encuentro por la Memoria, la Verdad y la Justicia marchó desde el Congreso y se manifestó a un costado de la Plaza de Mayo. Hubo críticas al Gobierno por “pretender monopolizar” la manifestación. Reclamaron “no a la impunidad de ayer y de hoy”.
Habían pasado pocos minutos de las tres de la tarde cuando las columnas comenzaron a formarse sobre la plaza del Congreso. Frente al Parlamento se alzaron las primeras banderas que hacían de faro para acercar a los que iban llegando. El Encuentro por la Memoria, la Verdad y la Justicia –que nuclea más de sesenta partidos de izquierda, movimientos de base y organizaciones de derechos humanos, y que ayer marchó con el apoyo de sectores de la CTA y el Servicio de Paz y Justicia, encabezado por el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel– realizó su propia convocatoria para recordar un nuevo aniversario del golpe de Estado de 1976. Aunque hicieron un breve acto por su cuenta sobre el acoplado de un camión, a pocos metros de Plaza de Mayo, en el que no ahorraron críticas al gobierno nacional, finalmente terminaron fundidos con la multitud que asistió al acto principal, en una sola gran conmemoración de la fecha.
Los límites de dónde comenzaba una convocatoria y terminaba la otra nunca estuvieron muy claros, y entre las grandes banderas rojas del Partido Obrero, el MST, el PTS, el PCR y el MAS se colaban estandartes, más pequeños y coloridos, pertenecientes a centros de estudiantes y organizaciones barriales. Si bien la mayoría de la manifestación avanzaba en forma irregular, mezclada entre la gente que concurrió por su cuenta, algunas columnas, como la del Movimiento Territorial de Liberación y la del Movimiento Teresa Rodríguez, marchaban en formación, rodeadas de un cordón de seguridad.
La asistencia, aunque menor a la que convocó el acto de Madres y Abuelas, fue numerosa, y mientras la serpentina humana llegaba a la Plaza de Mayo bajando por Diagonal Norte, los grupos más rezagados todavía avanzaban por la Avenida 9 de Julio. En el medio había quedado atrapado entre manifestantes un micro de dos pisos descapotado que hacía un city tour para extranjeros: algunos turistas parecían atemorizados, otros retrataban la escena con sus cámaras de fotos. El blanco predilecto de los flashes era un auto disfrazado de tanque con un cartel que decía “Propiedad privada” y era custodiado por seis chicas vestidas de fajina y con bigotes tipo Hitler (¿o Macri?) pintados en la cara.
Viejos militantes, muchos estudiantes secundarios y universitarios y bastantes familias con chicos conformaban el grueso de la multitud. También había curiosos –en su mayoría turistas– que eran bienvenidos a sumarse a las filas: cuatro muchachas atractivas con sus pecheras coloradas le explicaban en rudimentario inglés a un contingente de gringos de qué se trataba la marcha, bajo un cartel que exigía “Fuera yanquis de Irak”. Es que las consignas en las pancartas y los cantos no se limitaban a recordar el aniversario del golpe, los 30 mil desaparecidos o a pedir por la aparición con vida de Jorge Julio López y Luciano Arruga, sino que también versaban sobre la situación en Medio Oriente o el reclamo a Inglaterra por la soberanía de las Islas Malvinas.
No sólo formularon críticas al gobierno nacional por su política económica y una supuesta complicidad con la dictadura sino también por “pretender monopolizar la Plaza de Mayo” para la jornada de ayer, tal como manifestó la dirigente Vilma Ripoll, del MST, que calificó la actitud oficial como “una provocación”. Por la mañana, en una entrevista radial, Ripoll había apuntado contra la titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, a quien acusó de “recortar el derecho de los demás” para organizar su acto. En el mismo sentido se manifestó Néstor Pitrola, del Polo Obrero, que festejó que “el kirchnerismo no pudo evitar un 24 de marzo de lucha” y que “fracasó en el intento de copar la Plaza y convertir al 24 de marzo en un acto oficial”.
Según denunciaron desde el Encuentro por la Memoria, la Verdad y la Justicia, en febrero se había llegado a un acuerdo con el Gobierno y otros organismos de derechos humanos para posponer el acto oficial hasta las siete de la tarde y así darle la posibilidad a esta columna de leer el documento que prepararon, como todos los años, en el escenario de Plaza de Mayo, pero ese trato se rompió en los últimos días. Las autoridades del Encuentro adjudicaron esa decisión al contenido opositor del texto, que finalmente fue difundido desde el acoplado de un camión a un costado de la Plaza. Bajo el título de “No a la impunidad de ayer y de hoy”, se leyó una serie de reclamos al Gobierno que incluyen “cárcel común para todos los genocidas”, “aparición con vida de Jorge Julio López y Luciano Arruga”, “cese de la criminalización de las luchas”, “fin de la inflación y los despidos” y “que no se pague la deuda externa”.

Fuente: Pagina 12

miércoles, 23 de marzo de 2011

Volver a Mirarlos

Nota de tapa del mes de marzo del Boletin Salesiano argentino


Volver a mirarlos
Según el diario que leamos o el canal de noticias que miremos, será nuestra percepción del mundo. Cada medio de comunicación nos presentará la realidad de diferente manera, como si viviéramos en países distintos y contrapuestos. Pero hay un tema que, miremos donde miremos, se nos instala como única solución: hay que penalizar las conductas inapropiadas de los niños y jóvenes, sin importar las causas y sin reflexionar si estas medidas pueden resolver la agravada situación en que muchos de ellos se encuentran.
Como escribe Alberto Morlachetti, fundador de “Pelota de Trapo” y coordinador del Movimiento de los chicos del Pueblo: “Los medios de comunicación han estado activos: no sobre la suerte de los niños. No sobre el pan nuestro de cada día. Ni sobre el naufragio de nuestra dignidad. El cauto olvido hará su trabajo lento, sin apuro, que para eso tiene la infinita arcilla del desamparo sobre los niños más niños. Sino sobre los pibes de sangre viva y de necesidades impacientes, los que no se resignan a la agonía del destierro ni a la tristeza de la limosna escasa, como diría Martí. Los medios convocan a la defensa social para gloria de la ciudad” (Morlachetti, A., Crónicas desangeladas, 2007).
Y el debate parlamentario sobre la “baja de imputabilidad a los menores” tiene mucho más de oportunismo electoral que de búsqueda de las causas que llevan a estos niños y niñas por caminos que no son los que deseamos para nuestros propios hijos, y por lo tanto no deberían ser los caminos a los cuales ellos están sometidos.

Cuando los niños eran de todos
Hace unos 40 años, una generación soñaba con hacer de un hotel de lujo, en el barrio porteño de Retiro, el hospital de niños. Este cántico popular dejaba entrever que los niños ocupaban un lugar de privilegio en los sueños que prefiguraban un futuro distinto al que fue. Era una sociedad que en sus valores cotidianos grababa que los únicos privilegiados serían ellos.
Si conversamos con nuestros abuelos, seguramente nos podrán hablar de los “hermanos de crianza” o contarnos alguna historia que refleja que en su niñez, los niños eran de todos: un mundo adulto se hacía cargo de ellos y se sentía responsable de su cuidado y de su futuro. No había chicos de la calle, sino chicos que jugaban en la calle bajo la mirada y la palabra de algún vecino que tenía la autoridad que el entorno adulto le daba, para convertirse en personas que aseguraban su cuidado. Y si bien puede sonar a nostalgia de un pasado, recurrir a él nos permite vislumbrar otro futuro, ya que hacer este recorrido nos puede orientar en las causas que nos llevaron como sociedad a ver enemigos en donde deberíamos descubrir las promesas de un mañana.
¿Qué nos paso? Fuimos severamente disciplinados y nuestros corazones adormecidos. Dejamos de ver a una niña con hambre en la puerta de nuestra casa, y reemplazamos su imagen por la de una desconocida que ensucia nuestras veredas revolviendo los despojos que el sistema capitalista les ofrece como dieta para controlar sus calorías.
Esto se logró, entre otras cosas, haciendo desaparecer a una generación y prohibiendo sus sueños, sus libros y sus cantos. El “no te metas” o los “por algo será” abrieron el camino a la ceguera y a la “dureza de corazón”; el miedo y la complicidad fueron haciendo el resto.
Pero una vez recuperada la democracia, otros mecanismos fueron ejecutados para continuar con este disciplinamiento social: la híperinflación nos cerró en nuestros mundos más todavía, impidiendo que soñáramos. Quienes vivimos la carrera de comprar y la remarcación de precios padecimos la inmediatez de solo pensar en el presente y en nuestra sobrevivencia.
Más tarde el desempleo y la flexibilización laboral nos regalaron una mordaza que hizo del silencio y la humillación dos condiciones necesarias para seguir en el mercado laboral. La destrucción de las fábricas iniciadas por José Alfredo Martínez de Hoz encontraba en Domingo Felipe Cavallo su mejor continuador. De querer un país con el derecho a vivir con plenitud, fuimos sobreviviendo a las inmensas derrotas de nuestras esperanzas, y se impuso un pragmatismo que fue robando nuestra capacidad de reaccionar y de decir con claridad qué país queremos.
Y esta es la pregunta fundamental que debemos hacernos con respecto a la situación de nuestros niños y de nuestros jóvenes, especialmente de aquellos que todo les fue quitado en nombre de un sistema económico que los sacrificó en vida, en beneficio de unos pocos.

Volver a mirarnos después de mirarlos
Podemos elegir distintas respuestas al problema de los niños y de los jóvenes, como ocurrió recientemente en Salta, tras conocerse las muertes por desnutrición de al menos diez niños: por un lado las autoridades decían que era “un problema cultural y no sanitario ni social, porque los aborígenes no concurren al hospital”. Por el otro, las palabras del Equipo Nacional de Pastoral Aborigen, quienes en un comunicado a la prensa afirmaron: “Que la desnutrición de esas comunidades, problema esencialmente socio-económico, no ha sido revertido por ningún gobierno en los últimos 200 años, porque los pueblos originarios han sido y siguen siendo objeto de ‘prácticas sociales genocidas’, inclusive por aquellas instituciones o políticas que refieren ayudarlos. Su eterna condición de pobres estructurales así lo demuestra.”
En octubre pasado el gobernador de la provincia de Misiones, Maurice Fabián Closs, hablando de la mortalidad infantil, decía: “El año pasado se murieron 329 nenitos, es un índice de mortalidad infantil de 12,3 por mil, en la década del 90 era de 33 por mil. Este año ya se murieron 206 chicos, pero el año pasado a esta altura se habían muerto 253”. Estas muertes no engrosaron los titulares sobre la inseguridad, ni tampoco sirvieron para plantear un debate parlamentario para terminar inmediatamente con el hambre. Es casi como decir que estas muertes son una fatalidad. Hay una diferencia ética radical entre ver así las muertes de estos niños, y decir con claridad que “el hambre es un crimen”.
Hay un ejercicio que es doloroso pero que nos ayuda a volver a mirarnos: consiste en poner el rostro de nuestros niños en cada uno de estos niños, ponerle los nombres que elegimos para nuestros hijos, sentir que son realmente nuestros.
Por eso, en el caso de los niños y de los jóvenes necesitamos preguntarnos qué queremos hacer como sociedad y como personas. Podemos retomar viejos proyectos, al estilo de Luis Agote quien, según el Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, el 8 de agosto de 1910 propuso que los diez mil niños que deambulaban por la ciudad fuesen llevados al lazareto de la isla Martín García. O al estilo de los edictos policiales como el del jefe de policía Aureliano Cuenca en 1886: “prohibiendo que los menores se entretengan en el juego del barrilete en la vía pública”. Más tarde, en 1892, el Dr. Daniel J. Donovan, a cargo de la jefatura policial, prohibió a los menores vagar en las calles de la ciudad o jugar a la pelota (Cfr. Morlachetti, A., Que cien años fue ayer, 2009). O bien podemos asumir que todos los niños son nuestros niños, que tienen que ser cuidados y protegidos, que como gritan las paredes avergonzadas de tanta deshumanidad, “los niños no son peligrosos, están en peligro”, y nuestra responsabilidad como adultos es llenarlos de vida y de ternura.
Elegir el camino que queremos recorrer tendrá sin duda la necesidad de preguntarnos cuánto vale la vida humana y, en un año electoral, discutir qué tipo de sociedad estamos dispuestos a construir, más allá de a quién votar, y sí, mirando a los ojos de nuestros niños y jóvenes, preguntarnos si queremos vivir con ellos en un lugar donde las cárceles sean más importantes en las soluciones que las fábricas, las casas, los hospitales y las escuelas.

Por Pablo Rozen