lunes, 22 de marzo de 2010

Hombres auténticos para una libertad autentica.

¿Somos libres? Vivimos en una sociedad, en la cual escuchamos constantemente cosas como “yo hago lo que quiero”, “acéptame como soy” y hablar de democracia, de igualdad. ¿Por qué entonces, plantear dicho interrogante? Para responder a esto debemos saber, que a lo largo de la historia los diferentes grupos dominantes han creado diferentes “sistemas” para hacer prevalecer sus intereses por sobre los del pueblo, sin el consentimiento de este. Violando de esta manera el derecho del hombre a la libertad. ¿Cómo aceptamos esto? De hecho esto no es necesariamente aceptado o mejor dicho conocido. Porque cada “sistema” tiene su propia manera de confundir al pueblo, utilizando para esto diferentes aspectos de la situación del hombre como su raza, religión, sexo, clase social, etc. O sea, el pueblo es esclavo del sistema porque no sabe que lo es o que puede no serlo. Así este dura hasta que es puesto en evidencia frente al pueblo. El sistema actual es el capitalismo, que para confundir crea una interpretación publica, que deriva de lo trasmitido por los mass media. Esto va orientado a impedir que el hombre logre la autenticidad, impidiéndole así ser libre. ¿Por qué? porque el hombre encuentra en la autenticidad su felicidad, porque el hombre que sabe quien “es” sabe que lo hace feliz. A partir de esto el hombre necesita de su libertad para realizar las acciones que le sean necesarias para lograr esta felicidad, también tiene que hacerse responsable de estas acciones. Entonces debe usar su libertad de manera responsable, por eso no debe ser solo guiada por los gustos y apetitos del hombre (porque, si así fuera, las acciones que este realizara podrían tener graves consecuencias y lo haría esclavo estos), sino también por la razón. A su vez el hombre vive en comunidad, y por esto su libertad tampoco debe ser absoluta, porque, sino, paradójicamente nadie seria libre ya que las libertades personales y absolutas de cada uno interferirían con las de los demás generando un desorden absoluto. Tenemos entonces, que el hombre encuentra en la autenticidad del “ser” su felicidad a través de acciones guiadas por la inteligencia, la verdadera libertad y la responsabilidad, estas cobran significado dentro de un proyecto de aceptación, acción y trascendencia. Seguir este proyecto no es para nada fácil, debido al ya mencionado sistema que a través de la interpretación publica hace que el hombre crea que la felicidad consiste en una vida más fácil idea que va en contra del objetivo de todo proyecto que es el de una vida mejor. Sin embargo por naturaleza, todos empezamos nuestra existencia sin conocer la autenticidad y vivimos nuestra niñez orientados por nuestros padres, por eso la búsqueda del “ser” comienza recién cuando el hombre crece y entra en la adolescencia, etapa en la que se dan cambios físicos de importancia y aparecen nuevos apetitos que hasta entonces estaban ocultos. Junto a esta revolución hormonal se da paralelamente una intelectual, la persona busca libertad, comprueba que ya no es un niño y que ya no le sirve, actuar como tal. De hecho es en esta etapa en la que como dice el Papa Benedicto XVI “Los padres han de ir devolviendo a sus hijos la libertad, de la cual durante algún tiempo son tutores” El adolescente busca, ante su nueva realidad, una nueva felicidad y como vimos esta se consigue a través del proyecto de aceptación, acción y trascendencia. La aceptación: es el saber quien “soy”, es volverse sobre si mismo para reconocerse en los elementos que le son propios empezando por la vida, el sexo, el color de piel, el aspecto físico, sus dones y fortalezas, sus defectos y debilidades, sus gustos, etc. Después de esto debe también reconocer otros aspectos propios de su situación que comprenden su familia, su clase social, su lugar de origen, etc. Esto no debe ser para sentirse producto de su situación ni para negar la misma, sino simplemente para observarla y ver que aspectos de esta debe o quiere modificar. A partir de la aceptación la persona reconoce su situación y se hace responsable de la misma, descubre que no es lo que actualmente es (su situación) y es lo que todavía no es (su proyecto). Entonces debe actuar para lograr este cambio, las acciones que realice para esto le serán propias y aunque esta puede pedir consejos de la forma de realizarlas, será el responsable de las consecuencias. La trascendencia también es propia de la persona, esta se gestara a partir de sus valores, ideales, creencias y será la que dentro del proyecto dará a todas las elecciones significado. O sea es el objetivo y el moderador del proyecto, puede encontrarse en sí mismo, en los demás y en el mundo pero si el hombre no encuentra fundamento suficiente en sí mismo, en los demás ni en el mundo, queda por ello abierto desde su estructura íntima, a algo más allá. El proyecto puede modificarse en cualquier momento aunque cuando más comprometido me encuentre con este más difícil me será cambiarlo y de hecho este cambio traerá angustia pero no será en vano, será una crisis fecunda siempre y cuando de esta salga un hombre nuevo. Es en esta etapa en la que podemos ver mas claramente como se confunde al hombre con la idea de una vida más fácil para obtener beneficios de esto. Así como en la infancia los padres eran los tutores de nuestra libertad, en esta etapa los jóvenes inseguros de sí mismos otorgan, sin saberlo, esta atribución de tutor al sistema, que la ejerce través de la sociedad masificada que es generada por la interpretación publica que nos dice lo que “se debe hacer”, que como vimos es trasmitida por los mass media. Esta sociedad masificada dice que tenemos que ser lo que se espera que uno sea, el salirse de lo “normal” es interpretado como “indebido”. De hecho se crean estereotipos para trasmitir esta idea, estos son poco profundos se caracterizan por darle importancia a la imagen a través de estos se prejuzga a las personas por su situación así por ejemplo un joven de clase alta va a ser un “cheto” y uno de clase baja un “negro”. Los estereotipos eliminan todas las diferencias personales para identificar al hombre totalmente con la masa anónima, así la persona no llega a “ser” sino que se siente un producto de su situación, esto además de quitarle la libertad le quita la responsabilidad, la persona piensa que es así porque no puede ser de otra manera. La responsabilidad se diluye así en un sujeto anónimo, indeterminado: frente a los actos nadie es responsable porque todos lo son. Entonces, el hombre que acepta estas ideas, cae en un estado de inautenticidad, en el cual cuenta con la protección de la sociedad masificada, así por ejemplo si no tengo aun clara mi vocación, lo más fácil que me permite superar la angustia de una decisión cuya responsabilidad recaerá sobre mí, es estudiar algo que se deba estudiar porque los demás lo consideren oportuno ya sea porque pueda tener una buena remuneración económica o porque proporcione cierto “status”. A causa de esto el hombre confundido buscara la felicidad, en cosas que no se la darán como el placer, el tener, el poder y aprovechando esto los poderosos conseguirán sus objetivos. Así tenemos como ejemplo al sexo irresponsable que genera grandes negocios interrelacionados como lo son: las Enfermedades de Transmisión Sexual, los anticonceptivos, el aborto, etc. Otro ejemplo es el negocio de alargar la adolescencia, teniendo en cuenta que el adolescente es quien más consume, se logra esto adelantando la revolución hormonal a través del alto contenido sexual de medios como la TV e Internet y haciendo que el joven no quiera crecer. Además tenemos: a los ya citados estereotipos que según su grupo consumen lo mismo(drogas, alcohol), a la belleza(cosméticos, cirugías), entre otros ejemplos. Claramente todo esto crea una situación en la que al hombre se le hace muy difícil lograr la autenticidad y por consiguiente ser libre. Ser feliz depende entonces en buscar la autenticidad sin miedo a equivocarse ya que quien mejor que uno mismo para saber que es lo que le hace bien. Y a pesar de que es imposible alcanzar esta autenticidad, empezar a buscarla ya es empezar a encontrarla.
Iván José Peresón

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